La tormenta le alcanzó en pleno viaje. Tuvo que parar en el arcén de la autovía. Arreciaba la lluvia con inusitada soledad. No había logrado vender ni una sola póliza de seguros. Y nadie le esperaba en casa. Se quedó dormido. Al despertar, un niño le dio un beso -¿su hijo pequeño?-, pero no sabía si era verdad o formaba parte de algún sueño. Y siguió lloviendo durante toda su vida.
Bienvenidos
Presento este blog con gran ilusión. Y alegría. No sé si servirán para algo los apuntes que yo pueda escribir aquí cada cierto tiempo. Reflexiones, poemas, escorzos de vida, fe de lecturas, noticias de amigos... No pretende ser un desahogo, más bien un diálogo.


viernes 4 de abril de 2008
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7 comentarios:
Un pelín desalentador para ser viernes... no? :)(Pero sólo un pelín)
Triste, pero perfecto. He sido viajante y sé lo que significan esas tormentas y esa soledad.
Me gusta despertar con besos, sobre todo si llueve.Besos para ti,Guillermo,me llegas al corazón.
Que ingenio, apenas un párrafo y puedo imaginar mil cosas, inventar mil historias, o discutir, que quiso decir Urbizu.
Genial
LLover y llorar,toda la vida y los besos sólo en sueños.Triste de verdad.
Ojalá que llueva café,(que diría Juan Luis Guerra),y sonrisas,y besos,y abrazos,y buenos días,y trabajo,y buena gente...y agua.Para ti, para mí.
A.G.
Triste pero muy bueno. Es la condición humana.
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