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Presento este blog con gran ilusión. Y alegría. No sé si servirán para algo los apuntes que yo pueda escribir aquí cada cierto tiempo. Reflexiones, poemas, escorzos de vida, fe de lecturas, noticias de amigos... No pretende ser un desahogo, más bien un diálogo.


martes 25 de marzo de 2008

Nunca nadie me ha querido así


He aquí un cuento reducido a la mínima expresión de mis posibilidades literarias. Porque yo no soy un profesional de nada, y menos de contar historias. El caso es que me llamo Pío y tengo una televisión enorme. Lo de Pío viene por mi padre. No es que él se llamara así, ni mucho menos. Pero durante toda su vida fue fiel a un solo escritor. ¿Adivinan? Pues sí, eso, don Pío Baroja. En casa sólo había libros de don Pío. En todo tipo de ediciones, incluidas muchas extranjeras. Mi padre no sabía idiomas, ni falta que le hacía. De niño recuerdo que estando yo en la cama venía a contarme las trápalas del capitán Chimista o el ojo avizor de El Empecinado. Luego, ya con mi madre, musitábamos las oraciones de la noche. Desde entonces han pasado más de setenta años.

Lo de la manía de mi padre con Baroja daría para un variopinto anecdotario. Pero lo que yo quería contar hoy tiene más que ver con mi televisión. (Mi nombre y mi televisión son la única identidad de mi vida, la fantasía donde encuentro un poco de sentido a la soledad y a la irrealidad de mi rutina). Seguramente me tomarán por loco. Me trae sin cuidado. ¿Qué más me da lo que unos cuantos lectores ociosos puedan pensar de mí? Si escribo esto es porque lo escribo para mí: el único lector que me importa. ¡Si ustedes se vieran! Y lo más importante: ¡si ustedes se escucharan! Los veo y los escucho por las calles, en los bares, en la consulta del médico (tan engreido que da risa), en correos o en los museos. Y aunque no tenga nada que ver con el cuento se lo voy a decir: todos ustedes son el hazmerreír de la humanidad pacata en la que me ha tocado vivir.

En fin. Se pavonean y esgrimen su acerada lengua que cualquiera diría que están siempre en posesión de la verdad absoluta. Cuando sólo son absolutamente lerdos. Es por eso que yo me refugio en mi enorme televisión de plasma. La prefiero. Tiene más alma que muchos de ustedes, tan mezquinos. Y es que me solivianta el concepto que se tiene sobre la televisión. Menuda pandilla de ignorantes. Para empezar, en ella está uno de los últimos bastiones de la caridad. Son millones las personas que, como yo, dialogamos cotidianamente con sus imágenes. Y viceversa. Por eso nunca estamos solos. ¿No se dan cuenta? A mí ninguna persona me quiere de la misma manera. Y vivo solo desde hace más de cuarenta años. Me cuenta historias cuando lo preciso, hago deporte, viajo gratis a remotos países, aprendo idiomas, compro algún antojo y, lo mejor de todo, hablo con mis amigos. Porque ellos me ven. La guapa señorita del telediario de una cadena que no voy a desvelar me mira con sus ojos azules… Porque sólo me mira a mí. Y yo la miro, y sólo deseo estar con ella. Y sus labios carnosos pronuncian mi nombre en cada noticia. Y la beso.

Nadie me ha querido así. Nadie, jamás, me ha demostrado tanta ternura. Ven que estoy solo y hablan conmigo del tiempo, de cine, de política, de libros, o de música. Siempre me ha gustado la música, y ellos lo saben. Porque hay momentos en los que no puedo más de tanta mentira -o nostalgia-, y justo entonces suena Chopin… Y me quedo de nuevo dormido en el regazo de mi madre, mientras ella tocaba el piano y mi padre leía a Baroja.

Pero ellos ya no están conmigo desde hace mucho tiempo. Y estoy solo, y me llamo Pío. Y escribo este cuento porque, a pesar de todo, estoy muriéndome de pena.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya ves, no me llamo Pío,pero este nombre me trae muchos recuerdos porque mi abuelo sí se llamaba así: Pío.Y me acuerdo de sus cuentos, de cómo me hipnotizaba con sus historias,de los paseos por tantas callejuelas cogido de su mano,de los cigarrillos a escondidas de la abuela y de cómo la quería.
No me llamo Pío,aunque le conozco,sé cómo se siente,no es que desprecie a los que andan a mi alrededor,no, en eso no coincidimos,pero sé lo que es sentirse solo y morirse de la pena.

Anónimo dijo...

Un relato entrañable sobre la soledad de muchos y la deshumanización de nuestro mundo.

Anónimo dijo...

Venga campeón eres un crack, mucho animo! hay dias que todos nos sentimos así pero luego remontamos.

Guillermo Urbizu dijo...

ADVERTENCIA:
"Nunca nadie me ha querido así", es un cuento o relato. Pío no es Guillermo Urbizu. Estamos ante una obra de ficción. Aunque claro, toda ficción tiene su ingrediente autobiográfico.
Insisto: es una ficción cuyo personaje, después de una larga vida, está solo, sigue solo.

Anónimo dijo...

Al terminar de leer el relato me he quedado pensativo. Y tengo pena de tantos Píos que se mueren de pena y que viven entre nosotros.

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho, tanto que incluso ha llegado a desconcertarme... pero como todo buen relato, te mantiene atrapado esperando el desenlace.
Breve, profundo y, a mi humilde entender, muy bueno.

Oscar

Anónimo dijo...

Oscar, suscribo lo que dices, a mí me ha ocurrido algo muy parecido.

MANUEL